viernes, 17 de abril de 2015

La escritura china: el desafío de la modernidad. Capítulo 6


Resumen de Alleton, Viviane. La escritura china: el desafío de la modernidad. Bellaterra, 2008.

Capítulo 6. Las tentaciones del alfabeto


Las primeras transcripciones alfabéticas del chino llegaron de los primeros jesuitas que, a finales del siglo XVI, las realizaron para su propio uso. Los chinos los toleraron porque aportaron grandes conocimientos científicos, pero las investigaciones lingüísticas que estos llevaron a cabo no tuvieron mayores repercusiones. Sin embargo, a finales del siglo XIX, época de expansión del conocimiento y de grandes avances técnicos, algunos estudiosos chinos comienzan a pensar si el alfabeto, mucho más fácil de aprender que los caracteres, no estaría en la base del éxito en los avances científicos de los extranjeros.

Estos extranjeros que llegaban a China (comerciantes, sinólogos y misioneros principalmente) crearon y utilizaron diferentes sistemas de transcripción del chino, basados en el sistema fonológico de sus propias lenguas, lo que creó una heterogeneidad de sistemas que no servía ni para comunicarse entre ellos si provenían de lenguas diferentes, ni tampoco de inspiración a los chinos para la creación de un sistema. En este momento el debate entre los intelectuales chinos tampoco se centraba en la creación de un sistema de transcripción, sino en la conveniencia o no de implementar una escritura alfabética, por una parte, y en la búsqueda de la unidad lingüística, en la creación de una lengua nacional, por otra. Basándose en el dialecto mandarín se creó esta lengua nacional (idea que prevaleció sobre la que proponía crear una lengua nueva que se basara en los diferentes dialectos), que usó el 注音字母 como sistema de notación de sonidos hasta el fin de la República (y que, aún hoy día, se sigue usando en Taiwán). También en esta época, lingüistas rusos crean el latinxua, una escritura china latinizada que vendría a sustituir a los caracteres chinos y que recibió el apoyo de intelectuales como Lu Xun. El latinxua tuvo un éxito relativo aunque restringido, y en 1944 se prohibió.

Tras la instauración de la República, muchos intelectuales pensaron que el nuevo gobierno acabaría con el sistema de los caracteres y lo reemplazaría por uno alfabético. Sin embargo, el gobierno probablemente sabía que esto chocaría frontalmente con el pueblo, que no vería bien el abandono de la escritura tradicional. De ahí la creación del sistema pinyin, que vendría a transcribir, y no a escribir, el chino. La enseñanza de pinyin se implantó en las escuelas elementales, bajo el recelo de padres que no veían bien que sus hijos perdieran tiempo aprendiéndolo, ya que el único sistema de escritura que se empleaba seguía siendo el de caracteres. Sin embargo, cuando en los años 80 se emprendió la modernización del país, la enseñanza del pinyin cobró un fuerte impulso. En la provincia de Heilongjiang se llevaron a cabo una serie de experimentos de enseñanza precoz de lectura y escritura gracias al pinyin pero, aunque los resultados del mismo fueron positivos, para el nuevo equipo al frente del gobierno suponía un cambio demasiado radical, por lo que fue dejado de lado.

El pinyin, hoy en día, se sigue enseñando en la escuela, de forma paralela a los caracteres (o bien con un ligero desfase de estos últimos); básicamente sirve a los alumnos para anotar aquellos caracteres que no saben escribir aún. Fuera del ámbito escolar, los usos del pinyin son bastante reducidos: se usa para escribir al ordenador, pero el resultado en pantalla son caracteres, y lo mismo ocurre en el móvil, y se puede encontrar también con función estética en los nombres de establecimientos, en anuncios o en portadas de libros. No es una herramienta de escritura ni lectura, y sus “usuarios” principales son sinólogos, lingüistas y estudiantes de chino.

La conexión de las sílabas en la palabra: ¿dificultad o síntoma?


Uno de los principales problemas del pinyin es que es un sistema que parte de la sílaba, pero no da indicaciones sobre cómo las sílabas se unen en palabras. Esta es una cuestión sobre la cual las autoridades han hecho un cierto esfuerzo, pero no existe acuerdo sobre cuáles deberían ser las reglas de asociación de sílabas, problema que tiene su origen en el hecho de que los propios lingüistas no se ponen de acuerdo en la noción de palabra, ni tampoco los usuarios tienen una noción clara de la misma. En cierto sentido, esto es un problema que surge únicamente cuando la lengua se plantea en términos de redacción en pinyin y ya que, al fin y al cabo, no existen textos redactados en este sistema (los diccionarios se organizan por palabras, es cierto, pero su función no es la de facilitar al lector las palabras para notar los cortes del texto), el problema tiene una gravedad relativa.

Cuando se plantea el futuro de la lengua china, algunos autores piensan que se tenderá a una digrafía, es decir, a escribir pinyin y caracteres de forma conjunta. Otros, que a la larga el pinyin suplantará a los caracteres (idea que es mencionada con cautela). Desde las autoridades encargadas de la política lingüística se tiene muy claro que los chinos están muy unidos a sus caracteres y que estos dan carácter identitario a la nación, por lo que no promueven iniciativas destinadas a que el pinyin se utilice más allá de donde se está utilizando actualmente. La consecuencia de esto es que la cuestión de los criterios para separar palabras (连写) en pinyin quedará en suspense.

No hay comentarios:

Publicar un comentario