lunes, 13 de abril de 2015

La escritura china: el desafío de la modernidad. Capítulo 5




Resumen de Alleton, Viviane. La escritura china: el desafío de la modernidad. Bellaterra, 2008


Capítulo 5. Debates sobre el origen


Los relatos sobre el origen de la escritura china


Los comienzos de la escritura china como tal se sitúan en el siglo XIII a.C., muy posteriormente a las escrituras de Mesopotamia o Egipto, y muy cerca de los primeros proto-alfabetos. Este hecho desmiente la creencia de que la escritura china es “la más antigua de las escrituras”.

El fundador de la escritura, según la tradición, es 伏羲, que habría creado el sistema de hexagramas del 易经 con un sistema de notación para la adivinación que consistía en lanzar tallos de aquilea; de los hexagramas se habrían originado los caracteres. Esta leyenda es inverosímil porque el sistema de adivinación por hexagramas no se origina hasta el siglo XI a.C., dos siglos más tarde de los primeros escritos en chino. Ora leyenda menciona a 仓颉, un historiógrafo del Emperador Amarillo que, al ver las huellas de los animales dejadas en el suelo, recibió la inspiración para la creación de la escritura. Dejando de lado la parte mitológica, lo cierto es que este relato recoge una idea que sí estaría relacionada con el origen de la escritura: el hombre como observador de la naturaleza, que deduce y concibe un sistema de representación basándose en ella. Es también una forma de relacionar la naturaleza, elemento muy importante de la cultura china, con la escritura.

Las inscripciones sobre caparazones de tortugas y huesos de bóvidos


Los 甲骨文 más antiguos datan de finales del siglo XII-XI a.C. (dinastía Shang). La historia de su descubrimiento (probablemente más leyenda que real) cuenta cómo dos eruditos, mientras compraban caparazones de tortuga y huesos para una pócima medicinal, se dieron cuenta de que había algo en ellos que se parecía mucho a los caracteres en los bronces antiguos. Los amigos compraron todos los huesos para su análisis y, a lo largo de los años, se llevaron a cabo una serie de excavaciones para buscar más caparazones y huesos con inscripciones.

Los huesos y caparazones, pulidos, estaban marcados a intervalos regulares y tenían en la parte de atrás una serie de pequeños agujeros, sobre los que se aplicaban puntas incandescentes. Las grietas que se producían eran interpretadas como respuestas a preguntas lanzadas a los huesos y caparazones, y al lado de las mismas se hacían las inscripciones con las interpretaciones de las respuestas dadas (de ahí que el término inscripciones oraculares no sea de correcto uso para referirse a los 甲骨文, ya que la inscripción se hacía posteriormente, y no con el fin de adivinar, sino como un sistema de archivo o registro).

El uso de los 甲骨文 se extiende a lo largo de toda la dinastía Shang, y convive durante un período de la Zhou con las inscripciones en bronce (y con funciones diferentes de esta). El desciframiento de su significado comenzó a través de la identificación de los caracteres que designaban los nombres de los reyes Shang y los sistemas de numeración (troncos y ramas celestes). Actualmente se pueden leer un 70% de los enunciados encontrados, donde hay unos 5.000 signos diferentes, de los que se han descifrado unos 2.000. De entre los 3.000 restantes, hay muchos que sólo aparecen una sola vez.

No sabemos, sin embargo, cómo se pronunciaban estos caracteres. Las palabras se escriben de diferentes variantes, algunos están escritos de arriba abajo y otros de izquierda a derecha o al revés. La gramática es similar a la de los primeros textos de la tradición clásica (siglos XI-VI a.C.).

Cuestiones a debate


Aunque la tradición china sitúa el origen de la escritura mucho atrás, lo cierto es que los primeros jiaguwen datan del siglo XIII a.C., y no existen evidencias arqueológicas de que existan formas de escritura anteriores a esta. Se han encontrado marcas geométricas aisladas, dibujos representativos, pero nunca forman textos completos, por lo que no pueden considerarse escritura como tal.

Para concluir, la escritura es un elemento de orgullo para los chinos, un elemento que determina su carácter chino y lo separa del resto de las lenguas, razón que puede explicar el entusiasmo con el que son acogidos los estudios que la describen como un medio de comunicación completamente diferente de otros, lo cual es bastante inexacto.

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