sábado, 28 de febrero de 2015

Comentario de artículo: Learning from the Confucian heritage, de John Biggs

La presente entrada es un resumen del artículo "Learning from the Confucian heritage: so size doesn't matter?", de John Biggs (1998)

Dos percepciones erróneas desde Occidente sobre los estudiantes chinos

 

1. El papel de la memorización en el aprendizaje

 

Es cierto que los alumnos chinos se basan en la repetición y la memorización para aprender, lo que no lo es tanto es que "memorizar" sea lo opuesto a "comprender". La diferencia está en hacer o no una memorización significativa ("deep", es el término utilizado por el autor, por oposición a "surface"). Si los alumnos hacen un aprendizaje superficial, el alumno usa procesos cognitivos que son poco adecuados para realizar la tarea que tiene entre manos, con la intención de hacer que el profesor piense que la tarea se lha llevado a cabo correctamente. Una aproximación profunda o significativa se basaría en intentar hacer la tarea de la mejor tarea posible, utilizando todas las estrategias necesarias para conseguirlo y, dentro de este marco, el aprendizaje de memoria puede ser útil.
Hay que distinguir entre aprendizaje memorístico simple (en inglés: rote learning) de lo que sería el aprendizaje repetitivo, que se basa en la repetición como método para recuperar la información posteriormente. Por ejemplo, aprender los caracteres requiere una tarea de repetición mayor que la que requiere la del alfabeto, pero esto no implica que estemos hablando de aprendizaje "de memorieta", ya que el estudio de los caracteres requiere análisis y comprensión de los mismos. La forma tradicional de aprendizaje de caracteres se guía por dos principios que requieren un trabajo activo para su memorización. El primer principio se rige por el uso de los cinco órganos: hay que utilizar los ojos para ver la forma de los caracteres, los oídos para distinguir su sonido, las manos para trazarlos, la boca para pronunciarlos y la mente para comprender su significado. El segundo principio es el de contextualización: cada caracter, cuando se aprende, está en relación con otros caracteres para formar palabras, y las palabras entre sí forman frases.

2. Las clases en China

 

Los occidentales solemos considerar al profesor chino como alguien autoritario, una especie de proveedor de información que espera que los alumnos se limiten a memorizar respuestas para sus preguntas. Sin embargo, el autor de este artículo recoge investigaciones en las que observadores ven que la tarea del profesor se basa más bien en lanzar preguntas a los alumnos dándoles el tiempo necesario para que reflexionen, ponen mucho cuidado en el diseño de las clases y usan los errores de forma reflexiva. Usan, para describir estas clases, el término constructivista.

Diferencias en las aulas occidentales y orientales 

 

Existen, además, otras diferencias entre las clases en oriente y occidente. Mientras los niños orientales son socializados para ser obedientes y persistentes, los occidentales son educados para ser asertivos, independientes y curiosos. Así, cuando llega el momento de la escolarización, mientras los primeros no tienen problemas para adecuarse a ella, ya que la escuela requiere una serie de obediencia, respeto a normas de grupo y persistencia en las tareas más o menos aburridas de clase, los occidentales tienen más problemas para ello.

La consecución de objetivos tiene también un rol diferente. Mientras en China el exito académico está ligado al éxito familiar y social, la independencia de los occidentales hace que sientan menos presión en los estudios. Influye también el hecho de que, para los orientales, el éxito o fracaso de determinado objetivo está determinado por el nivel de esfuerzo que se ha puesto en él, más que a cuestiones como el talento natural, que sería un punto de vista más occidental.

Otra cuestión muy diferente es la del trabajo colaborativo en las aulas. Mientras que en China se piensa que mirar y tomar nota de lo que han escrito otros para llevar a cabo las propias tareas se entiende como colaboración espontánea y un esfuerzo colectivista para compartir la información y poder hacer el trabajo lo mejor posible, los occidentales podrían ver esto como "copieteo" dentro de la clase. De la misma manera, los chinos se esfuerzan mucho más en los trabajos en grupo que cuando es un trabajo individual, mientras que en el caso de los occidentales ocurre justo lo contrario.

Una consecuencia directa de la herencia confucianista es que los objetivos, como se ha comentado más arriba, pueden conseguirse si se dedica a ellos el esfuerzo y la persistencia necesarias. La educación sirve, en cierta medida, para homogeneizar a todo el mundo, desde un punto de vista positivo: es formar a todo el mundo para que todos los niños tengan las mismas oportunidades. De ahí también la ingente cantidad de deberes que suelen tener los niños orientales: el esfuerzo en casa, no sólo del niño, sino también de los padres que lo ayudarán en las tareas (de nuevo, la importancia de la familia en la educación), es necesario que sea llevado a cabo de forma cotidiana.

En este contexto, los profesores se ven a sí mismos como guías para sus alumnos, que no dudan en que son ellos quienes tienen la autoridad. La relación alumno-profesor no está marcada por la camaradería, sino por el respeto: esto no significa que los alumnos sientan miedo de los profesores, sino que saben que son estos últimos los que tienen la autoridad dentro de la clase (influencia de las relaciones jerárquicas).  El castigo por parte de los profesores no se ve como "venganza", sino como una forma de poner límites dentro de la clase: "esto no se tolerará dentro de nuestro grupo".

Las clases suelen ser de tipo magistral, si bien esto en China y occidente tiene significados diferentes. Para los chinos, una lección magistral no incluye explicaciones únicamente, sino el planteamiento de cuestiones interesantes, preguntas que les hagan pensar y guía en sus reflexiones. Los estudiantes se esfuerzan por aprender de todo ello y dan buen uso de las respuestas erróneas que producen. Además, a pesar de que los grupos de clase pueden llegar hasta los 50 alumnos, los profesores chinos suelen encontrar más oportunidades dentro de sus clases de interactuar de forma individual con sus alumnos que en las clases occidentales, menos masificadas. 

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