viernes, 9 de enero de 2015

Uso de la traducción en aula de chino lengua extranjera


¿Traducción sí o traducción no en el aula? Los defensores y detractores de usar la traducción en el aula tienen opiniones basadas, en su mayor parte, en principios de los enfoques o métodos que utilizan en sus clases. Sin embargo, si trasladamos la cuestión a la enseñanza tradicional en China, hay poco que debatir, porque se considera que la traducción es una destreza más, junto con las restantes cuatro a las que sí estamos acostumbrados en Occidente. La traducción está siempre integrada dentro de los manuales para chinos en los que se enseñan lenguas extranjeras, aunque no tanto en los diseñados para que los extranjeros aprendan chino, probablemente porque los profesores nativos que dan clase en China rara vez cuentan con un grupo homogéneo, por lo que un ejercicio de traducción puede ser realmente difícil de hacer, y aquellos que lo hacen fuera de China no suelen tampoco integrarlo en sus clases, ya que no siempre hablan el idioma del país donde están dando clases y, si lo hacen, no lo dominan lo suficiente como para hacerlos.

La cuestión, pues, nos la podemos llegar a plantear los profesores de chino que no hablamos esta lengua de forma nativa. ¿Traducción sí o no como parte de nuestras dinámicas de clase? Para empezar, tenemos que partir de un hecho: nuestros alumnos, en las etapas iniciales, necesitan traducir lo que tienen delante. No se trata de pereza o de falta de “habilidad para las lenguas”, sino de una forma de ganar tiempo, de obtener una solución a un problema de forma rápida, motivados en ocasiones por las ganas de no perder el ritmo con respecto al resto de compañeros o porque, simplemente, la comprensión de una palabra de forma puntual les impide el acceso a la comprensión de una unidad mayor, que es a lo que realmente se quieren enfrentar para solucionar. Aunque, efectivamente, dar esta traducción (o que un compañero se la dé, o incluso a través de un diccionario) puede facilitar la tarea, nos podemos encontrar con dos problemas:

  • El primero, que el alumno considere que, como ya ha entendido lo que tiene delante, decida que ya lo ha asimilado. Y no es lo mismo entender una frase, una palabra o una estructura que haberla interiorizado, o que haberlo hecho correctamente.
  • El segundo, y mucho peor dependiendo del perfil de alumno, es que decida que necesita traducción palabra por palabra de una frase. Si estamos con un 你叫什么名字?la cosa probablemente aún pueda funcionar, aunque caigamos en la agramaticalidad o en la falta de pragmática en nuestra traducción en pro de la comprensión del significado. Pero si estamos con cosas como 我家离这儿很远, una traducción literal solo contribuirá a generar una inmensa cantidad de dudas sobre gramática, cuando en este caso es mucho más fácil partir del significado y asimilación de la estructura para su adquisición.

La autora del artículo arriba mencionado comenta que uno de los usos más habituales en sus clases para la traducción es el descubrimiento de elementos pragmáticos. Comenta que, al hacer traducir a sus alumnos a su lengua materna algunas de sus producciones en español, descubren que son bruscas, y a partir de ahí consigue que sus alumnos se sensibilicen y añadan atenuadores en español. Este uso de la traducción no me parece acertado en el caso del chino, ya que en muchos casos las normas de pragmática en chino son mucho más relajadas que en español, y si hacemos que nuestros alumnos traduzcan estructuras del español al chino lo que conseguiremos es que generen textos en exceso corteses, lo que puede generar distanciamiento. Estoy pensando, sin ir más lejos, en el uso de 谢谢, una palabra que se aprende muy pronto y que se utiliza mucho menos en chino que en español: nadie daría las gracias a un camarero en China cuando le retira un plato, ni a una dependienta cuando nos da la vuelta de una compra. Creo que es más recomendable, en este sentido, hacer justo lo contrario, y exponerlos a contextos en chino, para que se acostumbren a este diferente uso de elementos.


De cualquier forma, y en lo que coincido plenamente con la autora, es que a medida que los alumnos avanzan a nivel lingüístico, se va abandonando la traducción como herramienta para la adquisición de la lengua, y se deja sólo para la resolución de problemas rápida de problemas en el aula (para esa palabra que “ahora mismo no me acuerdo lo que significa, pero que me lo he estudiado”), o bien –y esto no lo menciona ella, pero en niveles intermedios y avanzados es un recurso bastante utilizado- para intentar alcanzar el significado de una de esas frases en las que “conozco todas las palabras, entiendo perfectamente la estructura, pero no tengo ni idea de lo que quiere decir esta frase”, en la que la traducción por pequeños fragmentos que vamos pegando pueden ser de utilidad.


(Las reflexiones de esta entrada han sido inspiradas por un artículo de Concha Moreno que puede encontrarse aquí y que recomiendo encarecidamente a cualquier profesor, de la lengua que sea).

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