La siguiente entrada está basada en Los límites del ego y la
tolerancia de la ambigüedad en el aprendizaje de segundas lenguas, de Maqdeline
Ehrman, en La dimensión afectiva en el aprendizaje de lenguas, de Jane Arnold.
La cuestión de la tolerancia a la ambigüedad
El aprendizaje de idiomas implica enfrentarse a situaciones
donde no se tendrán odas las respuestas: vacíos de información, situaciones
inesperadas, elementos lingüísticos desconocidos, nuevas normas culturales… Es
decir, el aprendizaje implica un grado de ambigüedad importante.
La tolerancia a la ambigüedad se construye en tres niveles:
- En un primer nivel, la información entra en nuestro esquema conceptual. Los límites de ego fuertes pueden impedir este acceso.
- En el segundo nivel constituye la tolerancia a la ambigüedad propiamente dicha: el individuo se ha enfrentado a información incompleta o incluso contradictoria. En este punto, aquellos con límites de ego fuertes pueden tener dificultades para aceptarla, mientras que aquellos con los límites débiles pueden correr el riesgo de dar por válida toda la información, abrumados.
- En el tercer nivel el alumno discrimina y separa, establece prioridades y jerarquiza la información, todo lo cual suele llevar a la integración de la nueva información en los esquemas cognitivos existentes, modificándolos y creando algo nuevo. Piaget llamó a este fenómeno acomodación, si bien él diferenciaba entre ésta, que sería la alteración de los esquemas para explicar una experiencia, de la asimilación, en la que la nueva información percibida se modifica para que sea coherente con los constructos mentales ya existentes. Suele haber cierta asimilación cuando ocurre la acomodación.
En la medida en la que un límite del ego débil o flexible
permite la desinhibición y la apertura a procesos inconscientes, favorece la
empatía y la capacidad para asimilar otra lengua y otra cultura. Es decir, está
relacionada con el grado de tolerancia a la ambigüedad.
La regresión y la regresión al servicio del ego
La regresión puede presentar diferentes facetas, aunque
normalmente todas se relacionan con la pérdida de estructuras o de controles
que creamos para satisfacer las demandas de nuestros entornos sociales (como,
por ejemplo, cuando un niño pequeño, vuelve a chuparse el dedo pulgar cuando
llega un hermanito nuevo a casa). Otra regresión es la cognitiva, que sería la
que ocurre cuando un alumno se queda en blanco en clase.
El estrés puede causar en nosotros diferentes formas de
regresión, que a posteriori nos causan vergüenza por haber roto ciertas normas
sociales en el arrebato de ira (ausencia de control de impulsos). Esto
constituiría un ejemplo de regresión. Por otra parte, una disminución de las
inhibiciones socializadas puede derivar en una mejora de la creatividad, por lo
que puede buscarse a propósito una pérdida del control aprendido de impulsos.
En este caso, como la regresión se hace con una meta constructiva, se considera
que es una regresión al servicio del ego.
En el aprendizaje de lenguas, la regresión al servicio del
ego ocupa un papel muy importante. En primer lugar, porque la relajación sobre
el control de los pensamientos y sentimientos permite una mayor desinhibición y
una regresión constructiva que favorece el proceso de aprendizaje. En segundo
lugar, porque para formar una identidad social en la segunda lengua es
necesario modificar, adaptar cognitiva y afectivamente los esquemas de la
identidad del individuo, reconstruirlo en cierto modo. En la medida en que esta
regresión al ego sea controlada, sin perder de vista que se está realizando
para contribuir al aprendizaje, estaremos hablando de regresión al servicio del
ego y no de una regresión para defendernos de la ansiedad.
Relación entre la acomodación, la tolerancia de la
ambigüedad y el aprendizaje de idiomas
Aprender un nuevo idioma es una tarea que, psicológicamente,
obliga al alumno a cambiar sus patrones cognitivos no sólo a nivel puramente
gramatical, sino que le obliga a volver a categorizar la información, a ver el
mundo desde una óptica diferente. Esto puede ser profundamente desestabilizador
si el alumno no tiene la necesaria capacidad para aceptar las ambigüedades y
las incertidumbres a las que va a enfrentarse.
Un alumno con un nivel de acomodación elevado, maduro, tendrá
mayor tolerancia a la ambigüedad y será capaz de enfrentarse con mayor
facilidad a los posibles sentimientos negativos que le produzca la nueva
lengua.
Las emociones
La angustia, la vergüenza, el (nuevo y desconocido) material
de estudio… todo puede convertirse en una amenaza para el estudiante y despertar
su ansiedad. Sin embargo, parece que no existe relación específica entre los
límites débiles y la ansiedad, aunque los alumnos con límites del ego débiles
hayan detectado que sienten dicha ansiedad. En aquellos con los límites
fuertes, se han detectado indicios de ansiedad inconsciente, a la que los
alumnos se enfrentan sin siquiera darse cuenta.
Trasladado al aula
La observación es la mejor herramienta para tratar de
discernir qué tipo de alumno tenemos delante.
- ¿Tiene tendencia a colocar las cosas en su sitio siempre?
- ¿Necesita unos patrones de autoridad claros?
- ¿Parece etnocéntrico?
- ¿Qué tipo de dificultades le suelen causar más problema?
- ¿Necesita siempre un contexto claro, incluso excesivo?
Una vez “detectado” el tipo de límites de ego del alumno,
resultará más fácil ayudarle a superar sus dificultades.
De cualquier manera, la mayoría de alumnos son capaces de
actuar fuera de sus estilos cuando lo necesitan, adaptándose a la
circunstancia. El modelo propuesto por la autora de este artículo sirve, según
ella misma comenta, para entender mejor las dificultades de la tolerancia a la
ambigüedad y, sobre todo, para entender el sistema de motivación de los
alumnos.
- A aquellos con los límites más rígidos, les gustarán las tareas en las que la consecución de un logro concreto y el control sean parte importante. Se sentirán incómodos ante actividades demasiado abiertas.
- Aquellos con los límites más débiles preferirán las actividades en las que tengan que intervenir de forma menos estructurada y disfrutarán descubriendo nuevas relaciones, con personas, con la cultura o con nuevos conceptos.
El trabajo en lo que les resulta más difícil es posible, haciéndolo
de forma escalonada.
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