viernes, 6 de noviembre de 2015

Perspectiva neurobiológica sobre la afectividad y la metodología en el aprendizaje de segundas lenguas

Lo que sigue es un resumen sobre Perspectiva neurobiológica sobre la afectividad y la metodología en el aprendizaje de segundas lenguas, de John H. Schumann (en La dimensión afectiva en el aprendizaje de idiomas, de Jane Arnold, 2000).

Los psicólogos que trabajan con las emociones han identificado las diferentes dimensiones en las que el individuo evalúa un estímulo:
  • La novedad evalúa si la estimulación interna o externa contiene estructuras inesperadas desconocidas.
  • El agrado determina el atractivo del objeto, y fomenta el acercamiento al mismo o bien la evitación.
  • La meta o necesidad calcula hasta qué punto el agrado que produce el estímulo sirve para satisfacer las necesidades de las personas, o bien sus metas.
  • El control del potencial de afrontamiento determina si el individuo es o no capaz de enfrentarse al acontecimiento.
  • El control de compatibilidad con la norma y el yo evalúa tanto si el acontecimiento es compatible con las normas sociales, culturales o con las expectativas de personas significativas como la compatibilidad del acontecimiento con el autoconcepto del individuo o con el yo ideal.
Trasladado al aprendizaje de lenguas, tenemos que evaluaciones positivas de la situación de aprendizaje de lengua (referidas estas tanto a la lengua propiamente dicha, como a los hablantes, la cultura, el profesor, el programa, los materiales de clase…) en estas dimensiones hacen que dicho aprendizaje sea más efectivo, mientras que las negativas lo inhiben. Es decir, existe una relación directa entre evaluación y motivación.
La cuestión que cabe preguntarse es hasta qué punto esta clasificación está controlada por el sistema biológico de evaluación que llega desde la neurociencia.
En principio, todas las dimensiones de la evaluación arriba señaladas (Schreder) están relacionadas con el mecanismo nervioso que comprende la amígdala, la corteza orbitofrontal y el cuerpo propiamente dicho. Sin embargo, la novedad no se ve reflejada en los cuestionarios de motivación: puede que la novedad no se encuentre entre los elementos estrechamente relacionados con la motivación (demasiada novedad es amenazante, su ausencia hace que la enseñanza resulte aburrida), pero aún habría que seguir investigando en este campo para incluirla o descartarla como dimensión evaluadora de la motivación. Por otra parte, tampoco es posible afirmar con certeza que este sistema neuronal sea el que guíe a los alumnos de segundas lenguas, ya que aún no hay estudios que demuestren actividad neuronal en amígdala, corteza orbitofrontal y cuerpo durante el aprendizaje de segundas lenguas: solamente es posible confiar en la hipótesis de que es así, siguiendo el razonamiento de que si el cerebro tiene mecanismos de evaluación que se ponen en marcha en dichas zonas, y el estudiante de segundas lenguas es un individuo con cerebro que evalúa, durante el proceso de aprendizaje es presumible que esta evaluación tendrá lugar en las mismas zonas del cerebro, con las consecuencias para su motivación que llevan de la mano.
Los resultados de la evaluación en las cinco dimensiones pueden ser positivos o negativos, pero que sean positivos no siempre significan que sean agradables. Es decir, puede darse como resultado una evaluación positiva final global, que evaluada desde el punto de vista del agrado no lo sea. Esto es importante tener lo en cuenta desde la perspectiva del perfil del alumno: un alumno que encuentre desagradable una lengua o la cultura ligada a ella puede obtener resultados positivos en el resto de elementos de evaluación, por lo que el resultado final puede ser una motivación sin agrado.
Es posible elaborar una serie de consejos generales que los profesores pueden evitar de forma directa para no disminuir la motivación de sus alumnos:
  • En primer lugar, no realizar acciones que los alumnos consideren como desagradables.
  • No deberían interferir en las metas que los alumnos han decidido respecto a su aprendizaje.
  • No deberían tampoco obligar a hacer a sus alumnos cosas que queden por encima o por debajo de su nivel de afrontamiento.
  • No deberían realizar acciones que disminuyan la autoimagen y la imagen social de los alumnos.
Todo esto supone que el profesor debe hacer todo lo posible para que la evaluación de la situación de aprendizaje de sus alumnos sea negociable con los mismos.
Relacionado con este aspecto se encuentra la discusión sobre qué método es el mejor para estudiar una segunda lengua. Desde el punto de vista neurobiológico, puede decirse que el cerebro está diseñado para adquirir antes de los cuatro años de edad, a través de la relación con los demás, tanto gramática como fonología; después de este período sensible, el aprendizaje se lleva a cabo del mismo modo que el que tiene lugar tras una lesión cerebral.
Sin embargo, más allá de esto, cada cerebro es diferente: todos tienen una plasticidad que dura toda la vida, pero su grado y tipo varía dependiendo de cada cerebro. El profesor de lenguas extranjeras puede proporcionar directrices y recomendaciones generales, pero es cada cerebro, de manera individual, el que tiene que enfrentarse al nuevo material de entrada. Cuenta para ello con una serie de regiones y circuitos cerebrales, que pueden no estar especializados para la adquisición de lenguaje: unos responderán mejor a la adquisición del  léxico, otros a la percepción e identificación de sonidos, otros al aprendizaje formal de la gramática, otros al aprendizaje a través de conversaciones… Cada cerebro responderá de forma diferente: el método más adecuado para cada individuo es aquel a cuyo cerebro responde con mayor facilidad. De ahí que no pueda existir un único método correcto.
A esto se une también el factor de la motivación, ya que el método que produzca una evaluación más positiva no será el mismo en todos los individuos. De igual modo, un método u enfoque útil en un momento puede no serlo en otro, ya que los cerebros de las personas también cambian y, con ellos, sus necesidades.
Más arriba se mencionaba que más allá del período sensible el aprendizaje se ve limitado. Una limitación más al aprendizaje la da el propio ambiente: aprender en un entorno educativo, por oposición al aprendizaje en un entorno en el que se utilice la lengua de forma real, supone una limitación para el cerebro, a la que éste reacciona de formas muy distintas dependiendo del individuo.

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